Una de las fases más conocidas del proceso del despertar es la fase del aislamiento espiritual o la fase del ermitaño. Probablemente estás entrando en esta fase, estes profundamente en ella o estás saliendo, lo que quiero decirte es que es una fase, de un proceso, y qué es temporal.
Aunque parezca que tu mundo se está viniendo abajo.
Te comparto un poco de mi experiencia, sus retos y cómo es que he podido ir saliendo de esta fase. Durante esta fase, comúnmente perdemos amistades, y nuestro sentido de quien somos. Por lo cual es muy difícil integrarnos con otros, y nos aislamos y nos excluimos. Nos salimos de nuestros círculos sociales, muchas veces dejamos nuestros trabajos, nuestras carreras, relaciones de mucho tiempo. Muchos cambios están sucediendo, cambios profundos, estás cambiando perspectivas, formas de ver las cosas, creencias, estás sanando, ahora te estás viendo a ti mismo y quitándote los velos, reconociendo tus propias máscaras, estás pasando por mucho y dificilmente somos comprendidos.
Nuestra familia nos ve como si estuviéramos perdidos, abatidos. A veces no tenemos energía y estamos totalmente dispersos. Nos llenamos de información, porque es verdad, estamos buscando respuestas. Nos llenamos de ideas, de nuevos conceptos y nuestra mente está dividida en muchas cosas. No hay claridad, ni siquiera sabemos que queremos hacer, ni claro hacia dónde vamos, pero hay algo que no nos permite retornar y hay algo que nos impulsa a seguir.
Consideraría que mi despertar espiritual, despertar de conciencia, surgió dos años antes de entrar a esta etapa del ermitaño. Durante mi despertar me sentí liberada, me sentí muy contenta, tenía muchas sincronías. Comencé a conocer gente nueva, empecé a leer nuevos libros, un mundo nuevo se abría y todo era mágico. Me sentía muy valiente. Dejé mi ciudad, mi trabajo como ingeniera en una empresa internacional y no sentía miedo, sentía que podía confiar plenamente en el universo, y confío, confío en la vida.
Sabía que había algo más. Que había una ley divina y que todo iba a estar bien, tenía fe.
Conforme pasó el tiempo, y estas las emociones iniciales pasaron. Entonces me vi sometida en un proceso aún más profundo y también doloroso. Doloroso al verme a mí misma, limitada, de ver la infinita potencialidad del ser, sentir el deseo de tu alma y al mismo tiempo experimentar los retos de la materia y tú estar en medio y no saber quién eres, ni a dónde vas. Ni qué realmente quieres y es muy difícil integrarte así.
Cuando comencé este proceso no sabía quién era, y no podía relacionarme de una forma normal. Ni siquiera podía relacionarme conmigo misma.
El mundo que cada vez parecía más superficial y distante, me llevó al aislamiento. Fue en este periodo que con muchas inseguridades y dudas me sumergí hacia dentro, en mi. Cerré mis redes sociales y busqué desconectarme del mundo.
Esto fue en el 2013 y por siete años me mantuve alejada, aislada de mi familia, amigos, con mi familia el contacto era lo mínimo necesario, era incomodo porque no me sentía comprendida, había mucho amor, pero algo no estaba funcionando y yo no podía explicar que estaba sucediendo. Era una locura porque aparte estamos emocionalmente sensibles, nuestro corazón, nuestros sentimientos, nuestra empatía, todo se está abriendo. Nos volvemos más sensibles a las personas, a lugares, situaciones al mundo. Todo tenía un nuevo significado. Y necesitaba espacio para procesarlo, aislarme hasta no entender qué está pasando conmigo, hasta que tuviera sentido.
En ese momento no comprendía que era solamente una fase, pero me ayudaba a tener mucha fe. Fe en que algo más resultaría de esto, que Dios no me había abandonado, que no estaba ahí nada más en una noche oscura o varias noches oscuras, tiempo de oscuridad, que me permitía también encontrar dentro de mi lugares mágicos donde volví a encontrar esa llama y me mantenía a flote en esta experiencia.
Y sí, perdí amistades, no tenía ningún tipo de trabajo, me sostenía haciendo cualquier cosa pasajera que me permitiera cubrir mis necesidades básicas y poder enfocarme en lo que más deseaba hacer y era aprender. Estudiar, comprenderme, conocerme y esto me lo permitió ese tiempo de aislamiento. Me permitió ir profundo me permitió ver mi propia luz, y poco a poco salir de esta etapa. Saliendo con con mayor confianza en mí misma, con mayor conocimiento de quién soy, con mayor entendimiento de lo que es la esencia dentro de nosotros.
Creciendo en confianza, creciendo en poder propio, en empoderamiento y tomando mayor responsabilidad y liderazgo sobre mi vida, sobre mi situaciones.
Aprendí a a proteger esa parte empática y sensible de mí para poder integrarme al mundo, y con las personas, y es un proceso que aún estoy haciendo, que aún estoy integrando.
Por eso quiero recordarte que si estás en esta fase, tranquilo, tranquila va a pasar, pero aprovéchala porque esta fase es importante.
Déjate destruir para que vuelvas a ser construido. Vive este proceso con fe. Acércate a tu espíritu, ahí están las respuestas. Otros maestros son solamente guías, y señales en el camino, hacia dónde buscar, hacía donde dirigirte y y te van a dirigir a ti, a tu interior. Ahí es donde lo vas a encontrar y vas a empezar a desarrollar esa maestría de ti.
Conociéndote, conociendo tu lado oscuro y tu lado negativo y también viendo tu lado positivo y luminoso y creando una personalidad armoniosa y balanceada y congruente. Pero esto solamente puede surgir después de un proceso de destrucción, destrucción de tus creencias, de tus pensamientos limitantes, de soltar y soltar y seguimos soltando para liberarnos.
La conciencia, el entendimiento, sucede por grados y vamos avanzando, vamos evolucionando.
A mi también me veían mis familiares como un caso perdido, y yo también a mí misma. Muchas veces dudaba, ¿qué estoy haciendo, está pasando mi vida y estoy totalmente perdida. ¿En qué me metí? Sucede, no te preocupes vas a estar bien.
Estamos sostenidos. Sí la vida te ha guiado a este proceso de aislamiento por un despertar espiritual, o para pasar algún otro proceso de autoconocimiento, recíbelo. Dale la bienvenida, tómate fuerte de la mano de un poder más grande, de Dios. Para mí me sirve mucho la referencia de ver a Dios como un Padre, de relacionarme desde una filiación, me da fuerza, fe y guía, el espíritu te guía.
Vamos a ayudarnos unos a otros a transformarnos, estos procesos son para que seamos mejores seres humanos, conscientes, presentes, útiles para este mundo que necesita de nuestra luz, y para eso estamos.
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