La revelación del Reino del Cielo es una enseñanza profunda que nos compartió un gran maestro, cuya sabiduría trasciende el tiempo. Sin embargo, esta brillante enseñanza ha sido opacada por la religión institucionalizada, lo que ha provocado cierto rechazo. Es crucial comprender que este reino del cual nos habló Jesús va mucho más allá de las barreras de una religión o institución. Su significado es mucho más grande, y también es nuestro destino.
Entre las creencias comunes está que el Reino de Cielo es un lugar al que se accede tras la muerte, o está en un futuro lejano o es un suceso que espera el retorno de una figura mesiánica.
El reino es un espacio espiritual para seres espirituales.
Es una realidad presente, y está a la mano, sucediendo aquí y ahora.
Jesús a través de sus enseñanzas nos brindó algunas descripciones que nos revelan más acerca de este Reino de Dios, o Reino del Cielo.
Entre sus enseñanzas, destacó tres puntos que nos dicen más acerca del reino, y tres principios del reino.
El Reino del Cielo
1. Donde el espíritu es soberano
2. Es abundante libertad y gozosa liberación
3. No es del mundo material
Y El Reino del Cielo se base en tres principios fundamentales.
1. Reconocer la soberanía de Dios.
2. Creer en la verdad de nuestra filiación con Dios.
3. Aceptar la hermandad espiritual entre los seres humanos.
Jesús, a través de sus enseñanzas, nos llama al amor, y lo expande al decirnos amar no solo a quienes nos aman, sino también a nuestros enemigos. Esto, aunque difícil, es un gran ejemplo de bondad poderosa que supera cualquier ofensa y permanecer en el amor y la compasión.
Para poder ingresar a este reino, Jesús nos confirma que es mediante la fe.
Entrar al reino no requiere la muerte física, sino un despertar espiritual interno, permitiendo la manifestación del reino en nuestra existencia presente. Creer en estos tres principios y aceptarlos nos lleva a un a través de un renacimiento espiritual, no de manera física, sino un acto de conciencia y de fe.
Una vez que estamos adentro, nuestra tarea es avanzar en este reino y lo hacemos mediante nuestras decisiones éticas basadas en la bondad y la armonía. Cada elección debe estar enraizada en el bienestar colectivo, lo que conduce al crecimiento espiritual y al desarrollo de un carácter elevado.
Para sostenernos dentro de reino implica mantener una actitud de amor y conciencia, constante, sostener la frecuencia del reino a través del amor a Dios, a uno mismo y al prójimo. La clave reside en el cultivo y la expresión de los frutos espirituales como la alegría, paz, compasión y autocontrol en la vida diaria que son el resultado de nuestro crecimiento espiritual en el reino.
Por último, es esencial recordar que, para vivir plenamente en este reino en la tierra, se requiere una integración armoniosa entre el plano material y espiritual. No se trata de olvidar las responsabilidades terrenales, sino de espiritualizar la materia y materializar lo espiritual en nuestra vida diaria, lo que nos permite evolucionar espiritualmente en este mundo.
El Reino del Cielo no solo es una promesa futura, sino una realidad presente a la que hemos sido invitados a comprender con profundidad, es también clave para avanzar hacia una nueva humanidad basada en amor, compasión y hermandad espiritual.
En resumen, el Reino del Cielo es una enseñanza transformadora, un camino de crecimiento espiritual que trasciende las fronteras de la religión. Jesús transmitió una guía clara para ingresar, avanzar y vivir en este reino espiritual aportando a la humanidad una visión de paz, amor y bondad que trasciende toda comprensión. Y reinstaurando al ser humano a hijo de Dios.
Las promesas de este reino se extienden más allá de esta vida, nos brindan consuelo, inspiración y la promesa de una vida eterna. Queda en nuestras manos el cultivo de la presencia y conciencia espiritual en nuestra vida diaria, sembrando así la semilla de un reino brillante y amoroso, armonía y hermandad espiritual, que son el propósito y destino de la Tierra.
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